Los niños suelen ser –por no decir, de manera más contundente, que son– una pieza fundamental en cada familia. Bien sabido es que para que un niño crezca con seguridad y vaya desarrollando su autonomía, debe ir poco a poco, según su edad y madurez, tomando sus propias decisiones y adquiriendo responsabilidades. Hoy los niños cuentan con una participación particularmente activa en los grupos de iguales a los que pertenecen; quieren encontrar su voz, dejar constancia de sus necesidades e ir ganando independencia.
Por otro lado, el ritmo de vida de los padres actuales ha cambiado con respecto a lo que ocurría años atrás. Hoy los papás suelen tener menos tiempo para pensar en la dinámica familiar (qué cenar, cuál computadora comprar, qué ver en la televisión) y delegan esa responsabilidad en los niños, que pasan mucho tiempo frente a distintos medios de comunicación. Los niños, además, cuentan con los recursos para hacer que sus padres les compren los productos que desean. Piden juguetes, marcas y experiencias que puedan compartir con los demás.
Los niños de hoy buscan la horizontalidad y la negociación para ganarse lo que desean.
¿Cómo demuestran los niños este empoderamiento?
- Los niños son consumidores poderosos y autónomos. Su deseo de adquirir un producto se considera una forma de expresión personal y una manifestación de su individualidad.
- No son víctimas o individuos pasivos, sino personajes sofisticados, exigentes y difíciles de satisfacer.
- Quieren ser escuchados, respetados y comprendidos; no quieren ser tratados con condescendencia.
- Son rápidos para adoptar nuevas tendencias, saben lo que les gusta, lo que quieren y cómo conseguirlo.
- Buscan empoderarse con libertad, diversión y pertenencia. Están orientados al detalle y tienen un fuerte deseo de aprender; son persuasivos y reflexivos.
- Quieren tener voz sobre las cosas que influyen en su vida, presente y futuro.
- Sus decisiones van en torno a objetos físicos (libros, juegos, tabletas) y experiencias (cine, parques, excursiones, parques temáticos).
Para que se desarrollen y maduren como personas, los niños tienen la necesidad de comprender qué es lo que pasa en su entorno, sobre todo entre los tres y los seis años, cuando los niños tienden a ser más curiosos. Es fundamental para su aprendizaje y para que se sientan más seguros y autónomos en su día a día.
Los niños a los que se les pide su opinión, sobre todo en cuestiones relacionadas con ellos mismos, se sienten escuchados y más importantes, lo que significa que crecen con mayor seguridad en sí mismos. Además, si desde pequeños se les da a elegir y se les deja que tomen pequeñas decisiones, aprenderán a pensar por sí mismos y se reducirá el riesgo de que sean personas inseguras en el futuro. Sin embargo, no se debe caer en el error de delegar en ellos una toma de decisiones sobre aspectos que sobrepasen su nivel de madurez. Hay que tener en cuenta la edad de los menores y dejar que decidan en cosas de niños. Por ejemplo, decisiones relacionadas con compras materiales y actividades de ocio familiar son situaciones idóneas para implicarlos en el proceso. En las decisiones que atañen a la organización de la casa, la participación de los niños es fundamental para que se sientan a gusto en ella, o bien, pueden dar su opinión sobre asuntos que les atañen a ellos mismos, como su ropa y su peinado. La cuestión es que opinen, que participen, aunque la decisión final no sea de ellos.
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