Xóchitl González Muñoz
Los niños experimentan su primer enamoramiento alrededor de los cuatro o cinco años, es decir, la edad en la que suele aumentar su vida social. Antes de esa etapa es común que se presente otro tipo de enamoramiento: hacia el padre o la madre, e incluso hacia el maestro o la maestra, lo que refleja una necesidad de seguridad, confianza y validación.
Cuando los varones “se enamoran” de su madre y compite con su padre, inicia el desarrollo de su identidad sexual. Lo mismo ocurre con las niñas que “se enamoran” del padre y compiten con la mamá.
Pero, volviendo a los 4-5 años, esta es la etapa en que los pequeños empiezan a fijarse y a sentirse atraídos por alguien de su misma edad. Son capaces de afirmar que ese niño o niña de quien habla es su novio o novia, aunque el otro ni se dé por enterado.
¿Por qué se enamoran los niños?
Esto tiene que ver con que van conociendo sus primeras emociones. Están aprendiendo a organizar las experiencias ligadas a los sentimientos y comienzan a registrar una forma de reaccionar al amor y a la cercanía física.
Si tu hijo dice que se enamoró, ¡no te asustes! Como papá o mamá debes sentir orgullo de que en casa ha recibido el cariño suficiente para que sienta confianza de buscar otras figuras de amor. Sus funciones para enamorarse en la primera infancia están listas y eso se debe mucho a que vive en un entorno amoroso y en armonía.
¿Cómo viven los niños el amor?
Los niños que se sienten enamorados suelen dibujar corazones, escribir notas amorosas y cualquier otra cosa que les provoque pensar en esa persona que los atrae. Ellos viven estas experiencias con mucha seriedad e intensidad; incluso pueden sufrir ante a un rechazo amoroso. Por eso, como adulto, evita a toda costa la risa o burla, esto solo provocará que deje de contarte lo que le pasa por vergüenza o coraje.
En esta etapa el enamoramiento es muy inocente, lleno de ternura y fascinación por el otro. Poco tiene que ver con lo que serán los primeros amores en la adolescencia, cuando las hormonas hagan surgir las pulsiones sexuales y se manifiesten otro tipo de anhelos y fantasías.
Los niños pueden sentir atracción por alguien conocido o por quien no se conoce, como, por ejemplo, un actor o actriz de cine o de la televisión.
Es muy importante no darle un significado adulto al enamoramiento que se experimenta en la niñez. Aunque niñas y niños tienden a imitar a los adultos, dan significados distintos a estas experiencias amorosas. A veces estos primeros amores solo son un juego simbólico en el que los pequeños se entrenan en eso de formar pareja. En otros casos, los pequeños usan las palabras “novio” o “novia” solo para afianzar la relación que tienen con alguien con quien se sienten muy a gusto.
No todos los niños exteriorizan de la misma forma este tipo de vivencias y sentimientos. Algunos muestran su enamoramiento diciéndolo o acercándose para jugar y compartir experiencias; mientras que otros no lo manifiestan y lo viven con más vergüenza.
A veces esta emoción se produce por mitos aprendidos que les llevan a confundir su percepción sobre qué es interesante y produce felicidad. Por ejemplo, hay niñas que se sienten atraídas por niños que destacan por su rendimiento deportivo o porque se fijan en ellas y les dicen palabras lindas, sin considerar si estos niños o niñas les aportan algo positivo o no. Por su parte, hay niños que, al sentirse atraídos por el atractivo físico de una niña llegan a idealizarla sin conocer sus gustos y sin tener en cuenta su carácter.
También es común que niñas y niños sufran por no ligar, por no gustar ni resultar atractivos o atractivas.
Una situación frente a la cual los papás deben estar atentos es cuando a un chico o chica siente atracción por alguien de su mismo sexo, ya que es muy probable que intente esconder esa sensación por no conformar el modelo estereotipado y tradicional de pareja, lo que puede representar mucha frustración.
¿Qué deben hacer los papás y cuidadores?
Los padres pueden saber si su hijo está enamorado porque presenta un comportamiento parecido al que puede tener un adulto: habla constantemente de una compañera, se siente inquieto cuando está con ella, quiere verla y todo ese tipo de cosas.
Cada niño o niña tiene su propia personalidad y va a presentar conductas distintas, pero es fundamental que los padres respeten y validen los sentimientos que muestre su hijo, sin minimizarlos, y menos ridiculizarlos.
Para el pequeño, contar a su madre o su padre que tiene novia o novio (o que le gusta alguien) puede ser toda una confesión y prueba de confianza. Si el adulto va y lo cuenta sin autorización del pequeño, puede ser tan decepcionante que provoque el rompimiento del vínculo de confianza.
Es importante que desde la primera infancia, niñas y niños aprendan a descubrir el atractivo que todos tenemos. Para eso hay que ayudarles a evitar los estereotipos. Un ejemplo sería que los niños aprendan a valorar la belleza intrínseca en el hecho de que una niña pueda expresar su singularidad, más allá de esa noción de belleza que tiende a asociar el cuerpo femenino con una serie de medidas, formas y tamaños. También significa reconocer la belleza que muestra un niño capaz de expresarse con dulzura, sin ajustarse a esos atributos relacionados con el estereotipo de «seductor», como la fuerza y la autosuficiencia.
Es importante que los niños aprendan a vivir el juego de la seducción como una forma más de expresión, de conocimiento y aproximación, no como una lucha basada en la conquista, que los niños descubran que su valor no viene por conquistar a muchas chicas y que las niñas comprendan que su valor no viene por el interés de conquistarlas que despierta en los chicos.
No es recomendable darles consejos de conquista u hablar sobre temas adultos o sexuales con los pequeños. Los padres no deben erotizar ni ‘adultizar’ el comportamiento infantil, sino tratar el tema tomando en cuenta la edad del niño. No deben perder de vista que ‘enamorarse’ les enseña a los niños a establecer vínculos afectivos con sus pares; prohibir o significar esta experiencia como negativa puede influir en cómo se relacionarán como adultos.
Ante todo, mantén una comunicación abierta
Para reducir los riesgos de situaciones que amenacen el desarrollo armónico de los niños, es crucial que exista una buena comunicación entre padres e hijos, a partir de la confianza y el respeto. Esto siempre ayudará a que los menores busquen apoyo ante cualquier duda o problema.
También es necesario orientarlos en temas relacionados con la sexualidad, estableciendo límites claros, no impuestos de forma autoritaria ni tampoco con excesiva permisividad.
El objetivo es que los padres y madres estén presentes en la vida de sus hijos, atentos a cualquier señal de problemas y manteniendo el equilibrio entre la protección y la facilitación de su autonomía.
Sobre la autora
Xóchitl González Muñoz es directora de Psicología para Niños, un centro de atención psicológica para niños y adolescentes en la Ciudad de México. Desde 2002 ha diseñado e implementado talleres y conferencias para padres, maestros y profesionales de la salud sobre temas como inteligencia emocional, manejo conductual y pautas de la evaluación diagnóstica, entre otros. Es autora del libro ¿Cómo formar hijos emocionalmente sanos?, y ha colaborado con artículos de opinión en diversas publicaciones.