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Una muy buena manera de ayudar a los niños a que vayan aprendiendo a controlar sus emociones es dejar que experimenten las consecuencias de sus actos. Claro ejemplo de ello es lo que ocurre con Fergal, un pequeño y muy simpático dragón que echa fuego involuntariamente cada vez que pierde los estribos. Esto, por supuesto, siempre trae consigo una consecuencia negativa, como quemar su comida (y quedarse sin cenar) o arruinar un momento de diversión con sus amigos. Fergal sabe que debe corregir eso por su propio bien. 




Este tipo de situaciones hacen que Fergal poco a poco vaya tomando conciencia de lo que provoca al no ser capaz de controlar sus emociones y lo llevan a buscar una solución con la ayuda de su madre, quien le da un sabio consejo para evitar que sigan sucediendo este tipo de cosas de manera habitual.

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Una vez que pone en práctica la recomendación de su madre, Fergal descubre algo que será muy importante para su felicidad, y logra entender mejor a sus amigos, un aspecto que va a resultar fundamental para estrechar lazos y mejorar su relación con ellos.

Un libro divertido y entrañable que resultará muy revelador para niños de 4 años en adelante. Si te interesa adquirirlo, aquí y aquí puedes encontrar la información que necesitas. ue permite decir todo lo que cada quien siente y está capacitada para recibir (sin descalificaciones) las opiniones de los demás. En este encuadre, todos los miembros deberían tener como un sexto sentido para poder captar el estado de ánimo del que tiene junto a su mesa. Convivir no solamente es compartir habitación, sino estar alerta para detectar los pequeños y grandes sufrimientos del otro.

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