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Aunque muchas veces repetimos que la lactancia es algo natural, que está en nuestra programación genética y todas podemos hacerlo, lo cierto es que hoy día, establecer una lactancia exitosa pasa por muchos otros filtros, además del fisiológico.

Dar la teta tiene sus complicaciones físicas, pero he notado que lo más duro para algunas mamás es la parte emocional. Por supuesto que el dolor de un mal agarre del bebé al pezón no ayuda nada, pero la necesidad de algunos bebés (la mayoría, de hecho) de estar permanentemente pegados a mamá las abruma enormemente.




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Y es que antes de ser mamás no sabemos lo que es que alguien dependa al cien por ciento de nosotras y nos demande contacto las 24 horas al día. Porque eso es lo que piden nuestros bebés al nacer: nuestra cercanía, nuestro contacto, nuestro calor.

Nos abruma el solo hecho de saber que no podemos desprendernos de esa cosita chiquita porque nos necesita para sobrevivir en este mundo en el que ha aterrizado hace poco, y le resulta totalmente desconocido.

Por eso es muy importante tener un soporte emocional durante la lactancia. No solamente alguien que nos explique la técnica o nos enseñe las mejores posturas. Sí, eso es básico, pero por lo general en una visita queda más que resuelto.

Las mamás que comienzan con la lactancia necesitan alguien que escuche constantemente sus emociones, sus dudas y sus miedos. En esta etapa no hay preguntas tontas, no hay sentimientos negativos, no hay ideas absurdas. El posparto y la lactancia materna es un combo emocional que debe vivirse acompañada de alguien que pueda escuchar sin juzgar, sin criticar.

Confía en ti misma

Pero lo más importante para esta etapa es confiar en nosotras mismas, en que podemos hacerlo; confiar, además, en que esta etapa va a pasar y pronto nos vamos a sentir mucho mejor. Todo pasa, todo, sin embargo, es indispensable tener a la mano a una o varias personas que puedan escucharnos, ya sea un terapeuta, una amiga o un familiar, pero asegúrense de que esa amiga solo va a escuchar y a apoyar las decisiones que sean que hayamos tomado.

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Si estás pasando por esta etapa, antes de dejarte llevar por el agobio, procura realizar algunas técnicas de respiración que ayudan a calmar el cerebro y a relajar el cuerpo. Una vez que estés más calmada, entonces sí busca ayuda, llámale a alguien para que puedas hablar. A veces eso es más que suficiente para continuar con el día a día. Eso sí: si sientes que no es suficiente pide ayuda profesional, esa nunca sobra y antes de que te sientas mal por pensar que estás equivocada, ten la certeza de que no eres la única que se siente así, todas las que ya pasamos por esa etapa vivimos ese carrusel de emociones. No lo dudes: no está mal pedir ayuda.

Sobre la autora
Pamela Salinas Parra
Mamá de tres criaturas que dejó el periodismo para entrarle de lleno a la crianza de su tropa. Después de la cesárea de su primer hijo, hace ocho años, decidió prepararse para la llegad de su segunda hija.  Entonces escuchó sobre parto natural, lactancia, colecho y, desde hace cuatro años, se ha preparado para poder ayudar a otras mujeres cuando se convierten en mamás. Está certificada como Doula PosParto y actualmente cursa los estudios necesarios como asesora en Lactancia Materna. Su hija Victoria, la más pequeña, sigue tomando leche materna desde hace dos años cuatro meses. Si quieres seguirla en Twitter, puedes hacerlo en @pamiparras o @Mamaalcubo.

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