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Algunos papás creen que disciplina solo tiene que ver con la imposición de reglas y límites severos; es decir, con establecer un orden casi militar. Otros creen que eso de controlar con la pura mirada es de la época de nuestros abuelos, no de nuestros hijos y que, por supuesto, sería absurdo querer que así sigan funcionando las cosas en la actualidad. La realidad es que la disciplina es la base del éxito, la autoestima, los valores y el tipo de adulto que nuestros niños serán. Una gran herramienta para ello es el libro ¿Cómo formar hijos emocionalmente sanos?, que puedes descargar aquí mismo. disciplinar

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La escritora Martha Alicia Chávez define a la disciplina como “una misteriosa cara del amor”. Es cierto, a veces no es agradable ver la carita de tristeza de nuestro niño cuando le decimos “no”, ni tener que castigarles sus juguetes por no haber cumplido con sus tareas. Ciertamente, los papás no la tenemos fácil, pues ser disciplinado es una tarea de todos los días, es crear rutinas, esforzarse y dar lo mejor de uno mismo. Pero, papás, la disciplina es la mejor herramienta que podemos inculcar en nuestro hijo, y aquí algunas de las principales razones para creerlo:




Ayuda a desarrollar la tolerancia a la frustración
¡Frustrarse es horrible! Es una mezcla entre enojo, ira, tristeza y desilusión, que experimentamos cuando queremos algo y no logramos conseguirlo. Cuando deseamos que la realidad sea de una manera y resulta ser completamente distinta. disciplinar

Cuando las cosas no salen como queremos, la disciplina nos ayuda a no desistir hasta superar los obstáculos que se nos presentan y así estar más cerca de nuestras metas, hasta lograrlas. Si un niño no desarrolla esta habilidad sufrirá más porque, seamos sinceros: ¡la vida está llena de situaciones que se salen de control! 

Ayuda a lograr metas y realizar sueños
El éxito se alcanza con disciplina, ya que ésta es la que nos permite insistir, exigirnos más a nosotros mismos y querer demostrarnos que podemos lograrlo.

Si queremos que nuestros niños sean exitosos debemos ser disciplinados como papás y como personas. No hay duda: si queremos demostrar que las cosas se alcanzan siendo constantes y perseverantes, nuestros hijos deben identificar esas cualidades en sus padres. disciplinar

Da seguridad y confianza
La disciplina tiene todo que ver con límites y lineamientos, lo que podemos traducir como compromisos con nosotros mismos y con los demás. Como menciona Xóchitl González, Directora de Psicología para Niños, un hijo con límites bien definidos es un niño seguro de sí mismo; en cambio, un niño que no los tiene se siente perdido y confundido.




Incrementa la autoestima
La autoestima es la capacidad de ver nuestro propio valor, nuestras virtudes y nuestros defectos, saber en qué podemos mejorar y aceptar nuestras debilidades. disciplinar

A través de la disciplina, nuestros hijos desarrollan sus recursos internos, se vuelven responsables, seguros, fuertes y maduros. Además, reconocen sus habilidades y aprenden a trabajar en sus debilidades. Lo más importante: enfocan todas sus energías en ser mejores personas. 

Evita conflictos entre papás e hijos
Los papás deben basar sus reglas en la realidad y exigir de los niños lo propio de su edad. No se trata de gritar por gritar, ni de pelear por pelear cada vez que uno de nuestros hijos se equivoca. Si dejamos claro lo que se puede y no se puede hacer, si establecemos claramente cuáles son los permisos y las condiciones para adquirirlos, tanto para los papás como para los hijos, resultará más fácil saber qué hacer, y así evitar el conflicto. 

Nos libra de la culpa
Cuando no hay normas, los papás reaccionan dependiendo de mil y un factores, de manera diferente cada vez ante la misma situación. Esto, evidentemente, los hace sentir culpables, pues si están muy enojados pueden exagerar la consecuencia o castigo. Cuando los hijos entienden la dinámica, les restan autoridad a los padres porque saben que no podrán cumplir con su palabra, y que al contrario, los terminarán premiando.


Sobre la autora
Merab Govea
Psicóloga egresada de la UNAM. Desde hace ocho años trabaja con niños que tienen TDAH, hiperactividad y Síndrome de Asperger. Actualmente forma parte de un proyecto que permitirá detectar qué técnicas de enseñanza mejoran el desempeño escolar de niños y jóvenes. Actualmente, forma parte del equipo editorial de Psicología para Niños.  

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